“Que la Justicia Porteña haya reconocido el trabajo sexual autónomo y autorice a regularlo fue para nosotras un hecho de justicia para las trabajadoras sexuales”.
“Nosotras al no tener un marco regulatorio, al trabajar en la clandestinidad y al no tener derechos laborales sin reconocimiento del estado la policía nos detenían arbitrariamente y nos pedían coimas. A varias compañeras le clausularon los domicilios particulares y quedaron expuestas en la calle”.
“Mientras el trabajo sexual sea clandestino se van a beneficiar las mafias, la policía y el proxenetismo”.
“Al estar nosotras sin derechos se vulnera el trabajo que elegimos”.
“No hay competencia con las compañeras trans, los clientes que buscan a una compañera trans es porque buscan sus servicios y los clientes que buscan los servicios de una mujer biológica es porque busca eso. No compartimos los clientes”.
“En algunas provincias nos exigen las libretas sanitarias y es como una violación a los derechos humanos de las compañeras porque tienen que portarla como un DNI y cada tres meses se les obliga a hacerse análisis del VIH y de sífilis”.
“Nosotros sabemos que nuestras herramientas de trabajo es la sexualidad y nuestros genitales, nos controlamos periódicamente, hacemos un trabajo entre pares sobre cómo mejorar el uso del preservativo con el cliente”.
“Para la regulación hace falta presentar un proyecto de ley, que nosotros ya lo presentamos, pero falta que se puedan debatir en las comisiones y que los políticos tengan maduración política, que dejen el moralismo, los prejuicios, la hipocresía y sobre todo el desconocimiento de lado”.