“Somos cuatro emprendedores que nos conocimos cursando una maestría. Encontramos este problema del chicle que lo sufren muchas ciudades. El chicle genera infección, basura y contaminación visual. Una vez que llega al piso es difícil removerlo, es costoso. Estamos evitando que el chicle llegue al piso. Estamos iniciando un piloto por la calle Santa Fe, donde colocamos los cestos recolectores. Vamos a ver cómo reacciona la gente, cómo se suma a esta iniciativa”.
“Es una parte de una campaña de concientización, aportar un granito de arena”.
“El slogan es darle una segunda oportunidad al chicle. Eso lo reciclamos. No vuelve en formato de chicle, vuelve en formato de productos nuevos: artículos escolares, botas de goma. Una vez que lo procesamos y lo limpiamos podemos lograr que vuelva a insertarse en el mercado bajo un nuevo formato”.
“Los tachos son color rosa chicle y están por toda la Avenida Santa Fe. Es la primera etapa de esta prueba piloto”.
“La cantidad de chicle que se arroja por día alcanza para cubrir 20 veces el obelisco”.
“La intención es evitar que genere más basura y reutilizar esa materia prima”.
“El primer componente del chicle es caucho”.
“Iniciativas como esta hay muy poquitas en el mundo. Hasta ahora en América Latina no hay otra”.