El primer punto es que no estamos fomentando el consumo de ninguna droga. Estamos regulando para limitar los daños, para reducirlos. Estamos haciendo una propuesta y la hemos aprobado, de carácter integral, que abarca la oferta y la demanda.
Todos los habitantes de Uruguay mayores de 18 años deben registrarse y pueden comprar unos 40 gramos por mes. Deben ser residentes. Una cosa es ser consumidor y otro es ser adicto.
Desde la oferta, se habilita el autocultivo, el equivalente a seis plantas. También, habrá clubes de membrecía donde la gente podrá ir a consumir. En tercer lugar, las farmacias registradas tienen derechos para vender 40 gramos por mes a cada persona.
El argentino no puede comprar porque no es residente. Hay dos objetivos fundamentales: minimizar los daños y reducir el narcotráfico. El tamaño de Uruguay facilita la debida regulación.
Los medios de comunicación llegaron en el plano internacional de manera impresionante. En la guerra contra las drogas, la represión no ha funcionado. Este es un proyecto integral, que busca controlar la oferta y la demanda. Esperemos que funcione.
No estigmatizamos al que consume, pero sí nos preocupa el adicto. Para mí hay un hecho fundamental que es el intento de quitarle mercado al narcotráfico. El Estado tendrá que encontrar los mecanismos de recibir la semilla y producirla.