Después de trece años de relación, Ernesto se decidió a dar el paso definitivo y pedir matrimonio a Marina. Pero este joven español quería hacerlo de forma diferente.
Se puso en contacto con un cine de su ciudad, Sevilla, donde solía asistir con su polola, para pedirles un favor: exhibir una película romántica muy especial.
Se trata de una historia sobre sirenas y dioses, sobre unos amantes que vida tras vida se iban encontrando, hasta llegar al momento actual. Ernesto recorre en esa cinta todos los sitios especiales para la pareja: donde se dieron el primer beso, al árbol en cuya sombra pasaban las tardes, o el mar. Una proposición de cine, que emocionó a todos los espectadores, incluida la sorprendida novia.