Las mujeres mienten mejor que los hombres, según un estudio sobre infidelidades

Las mujeres saben ocultar mejor una infidelidad que un hombre

A lo largo de la historia se ha instaurado la creencia popular de que los hombres son mucho más promiscuos que las mujeres. Sin embargo, y según ha podido saber el portal ‘RomanceSecreto.com’, esta afirmación no es del todo cierta. Tanto unos como otras practican el adulterio, pero a ellas se les pilla en muchas menos ocasiones.

Estudios realizados por la Universidad Metropolitana de Manchester (y otras importantes universidades europeas) revelan que, aunque los hombres siguen siendo un poco más proclives a tener una aventura fuera del ámbito conyugal, las mujeres se están soltando cada vez más la melena. De hecho, estos mismos estudios realizan una aseveración impactante: alrededor de un 10% de los niños que actualmente nacen en las sociedades desarrolladas tendrían un padre que no es el supuesto (no es la pareja estable de la madre).

La diferencia entre ambos sexos, básicamente, es la manera de gestionar la situación. “Las mujeres saben guardar un secreto y más aún si las protagonistas son ellas mismas. Si tienen un amante, no se lo contarán ni a su mejor amiga. Además, saben controlar mucho mejor las emociones relacionadas con la culpabilidad y el remordimiento”, explica el psicólogo experto en relaciones de pareja, Manuel Alarcón Molina.

Desde luego, algunos testimonios confirman esta teoría. “Estuve dos años manteniendo una doble vida. Mi amante era un compañero de trabajo. Siempre hablábamos en la oficina, nunca llamadas al móvil ni correos electrónicos. Cuando salíamos a cenar, siempre pagábamos en efectivo. No hay que dejar rastro”, relata una usuaria anónima del portal.

En el extremo contario estarían algunos hombres, a los que una infidelidad les ha costado el matrimonio. “Ellos son más descuidados, pero también más pasionales. En un momento creen haberse enamorado de otra mujer solo por salir de la rutina y son pillados con facilidad. Luego viene el arrepentimiento y las súplicas”, reflexiona Alarcón Molina.